Los piercings en las mejillas son un piercing muy útil para
aquellas personas que tienen hoyuelos al sonreír.
Y si no tienes hoyuelos, con este piercing simularás muy
bien que los tienes. El proceso es muy sencillo y no posee grandes problemas,
ya que el lugar perfecto de las mejillas para hacértelos lo encuentras
fácilmente presionando con tu dedo índice sobre el borde de tu sonrisa.
Además,
las mejillas no duelen mucho, por lo que el proceso de sanación será menos
molesto.
Debes tener cuidado de no hacértelo muy detrás, pues puede
causar problemas con la glándula parótida, ubicada más o menos a la altura del
primer molar.
Los piercings en las mejillas pueden ser
algo problemáticos si no se toman los cuidados posteriores adecuados.
Si el piercing se está moviendo constantemente, entonces el
área perforada puede irritarse, retrasando la curación de la herida. Esto
sucede si masticamos comidas duras o muy elásticas y resistentes.
También se puede producir daño cuando tenemos la costumbre
de morder el piercing.
El deterioro del piercing se genera en ocasiones cuando
piezas grandes de piercing se dejan sin cambiar, tras el período inicial de
cura, cuando ya no está tan hinchada la zona.
Muchas personas no pueden evitar
jugar con la bola de su piercing, aflojándola y eventualmente tragándosela por
accidente.
El piercing en las mejillas es muy invasivo, ya que penetra
la mejilla por completo, llega hasta la cavidad oral y casi siempre se hace de
manera simétrica, en ambos lados de la cara. Algunas personas se lo hacen para
crear hoyuelos que no tienen naturalmente.
El problema con este piercing es
que, por la ubicación, puede escaparse un poco de líquido durante la ingesta de
alguna que otra comida o bebida. Además, a veces puede generarse un olor
desagradable, siendo sumamente importante la higiene.
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